“Saber leer, saber ver”

Ensayo sobre la ceguera

  • María José Rossi Università degli Studi di Torino
  • Marcela Croce Universidad de Buenos Aires

Resumen

La cuestión acerca de la posibilidad o de la imposibilidad de leer, de capturar o desviar el sentido, de interpretar unos signos o silenciarlos, de traducir un texto o velarlo, de descifrar una partitura social o que ella se retraiga y permanezca muda, han sido motivos filosóficos densamente explorados. También la literatura y el cine han sabido incursionar por esas lides en sabia complicidad. Pero los lenguajes con que esos diferentes registros abordan la cuestión rehúsan la pureza: mientras que la filosofía elabora visuales alegorías, el cine ensaya tramas sensibles sobre escrituras previas; al trazo escrito pero silente sobreimprime imágenes elocuentes. Desde los prisioneros habitantes de las profundidades de una gruta —obligados sin saberlo a percibir sombras y ecos, y a los que Platón señala el camino del ojo para su liberación—, a los príncipes de Hobbes —a los que el filósofo pone a disposición su Leviatán para que aprendan a leer el corazón de los hombres leyendo en el propio—, no hay texto filosófico inaugural que no sugiera una indicación que ilumine el rumbo del pensar recién emprendido; un consejo para que la interpretación torne productiva la travesía y no se estrelle o devenga hueca; el señalamiento de una manera nueva de indagar.

Tampoco hay film que se precie de tal que no sea al mismo tiempo una reflexión acerca de lo que implica ver. Porque eso es lo que acecha al incapaz, al analfabeto, al ciego: la pérdida de sí, la locura e incluso la muerte. Una mala lectura, que no se opone necesariamente a una lectura “correcta”, supone efectos catastróficos para el que persiste en ella. Y no es que haya una única manera de leer, de recolectar los frutos del logos. El peligro es permanecer obstinadamente ciego frente a lo que ocurre “delante de los propios ojos”.

Nos proponemos examinar cómo se articulan la visión y la ceguera; a qué conduce la imposibilidad de desciframiento, ya sea debido a la obstinación, al encuadre que da una cierta posición social (las típicas “anteojeras” de clase), o al clima de una época que se sirve de sus ciegos para llevar a cabo sus cometidos. La película El lector de Stephen Daldry (2008), basada en la novela homónima de Bernhard Schlink, y La cérémonie de Claude Chabrol (1995), inspirada en Un juicio de piedra, de Ruth Rendell pero cuyo título reenvía a Las criadas de Jean Genet, nos muestran las vicisitudes y la fatalidad en la que incurren aquellos que se encuentran incapacitados para leer. No es cuestión de clase social: la ceguera no hace distingos. El recorrido —como habrá de demostrársenos a nosotros, lectores de esos textos y de esos filmes—, exige, como regla primera, el apartamiento de la literalidad. En esto nos preceden, desde luego, los primeros en darnos a leer de una manera no convencional: Nietzsche, Marx y Freud (Foucault 1965). Ellos nos enseñaron, no a necesariamente a leer sospechando, sino a detectar las fantasmagorías que rodean los objetos y las personas que están, simplemente, ahí.      

Publicado
2022-09-06
Cómo citar
Rossi, M., & Croce, M. (2022). “Saber leer, saber ver”. AYLLU-SIAF. Revista De La Sociedad Iberoamericana De Antropología Filosófica (SIAF), 4(1), 157-175. https://doi.org/10.52016/Ayllu-Siaf.2022.4.1.6